En numerosas ocasiones hemos hablado de los múltiples y diferentes tipos de cajas que podemos encontrar en el mercado en la actualidad. Hemos hablado de las cajas de cartón, de las cajas de madera, de plástico… y de los diversos usos que se les pueden dar según sus tamaños o su resistencia y, por supuesto, las necesidades que tengamos para cada caso en concreto.
Pero también existe un amplio surtido de cajas que podrían llamarse "especiales" ya que están pensadas para un fin más complejo o específico que las simples cajas de cartón. Y estas serían, por ejemplo, las cajas para envíos postales o para mercancías peligrosas o, como vamos a explicar más adelante, las cajas isotérmicas. Y es que, a veces, necesitamos enviar materiales que son muy susceptibles a las temperaturas y sus cambios y, por ello, hay que intentar protegerlos debidamente para que lleguen a destino en perfectas condiciones y nuestros clientes queden completamente satisfechos con nuestro servicio.
Actualmente, este tipo de cajas está en auge, ya que con ellas pueden enviarse alimentos, productos farmacéuticos o veterinarios o cualquier material que necesite de una correcta y segura refrigeración.
Diferentes tipos de cajas isotérmicas
Pese a su aparente sofisticación, las cajas isotérmicas son sistemas de embalajes comunes, con la única diferencia de que están pensados, diseñados y fabricados para mantener y asegurar que no se rompa la cadena de frío del producto que queremos enviar. Además de mantener, como no podía ser menos, una correcta resistencia y por lo tanto evitar que los productos que hay en su interior sufran daños o desperfectos por posibles golpes. Antes, esta cadena de frío sólo podía mantenerse con el uso de frigoríficos o neveras específicas, pero, con los adelantos que se han experimentado en los últimos tiempos, las cajas isotérmicas se han convertido en la opción más rápida, fácil, económica y segura de transportarlos sin que sufran daños de ningún tipo, ni físicos ni por una mala gestión de la cadena de frío.
Las cajas isotérmicas son una combinación de caja de cartón recubierta en su interior por una capa isotérmica que puede ser fija o, en ocasiones, extraíble. Su material interior es impermeable y, además, no inflamable, basado en polietileno extruido y recubierto por aluminio mientras que su exterior está hecho de cartón ondulado de diversas ondas.
Las temperaturas a las que pueden mantener los productos oscilan según el tipo de caja isotérmica que escojamos, y van desde los 0 -7 grados hasta los -21 grados. Además, existen también diferentes tamaños y formatos entre los que escoger e, incluso, recipientes isotérmicos con bases para transportar productos más frágiles, como tubos de ensayo, botellas o botes de cristal.
Como no podía ser menos y siguiendo con la actual concienciación de la preservación del medio ambiente, las cajas isotérmicas pueden ser reutilizables y, además, son reciclables. Pese a que su coste inicial pueda parecer un poco elevado, si lo comparamos con los otros métodos de envío de conservación de la cadena de frío, son realmente económicos y si además, como hemos dicho, las reutilizamos, finalmente estamos adquiriendo un producto de calidad a un precio muy reducido.