La vida pasa rápido, con prisa pero sin pausa, y son pocas las veces, casi contadas con los dedos de una mano, cuando el tiempo se para a nuestro alrededor para dejarnos disfrutar de esos instantes mágicos. Un beso, una caricia, una imagen, un olor… un momento en el que nuestro mundo se paró por unos segundos, el ajetreo de nuestra sociedad se difuminó, el paso de las manecillas de nuestro reloj particular se detuvo, y pudimos pararnos a disfrutar y ver realmente la importancia de ese instante. Pudimos darnos cuenta del valor, la importancia y lo magnífico de algo, da igual el qué, pero quedó grabado en nuestra consciencia para siempre, dándonos la posibilidad de poder revivirlo cada vez que volvemos a "sentir" aquello con lo que lo relacionamos. Esos instantes, esos momentos, esas sensaciones únicas que poco a poco van llenando nuestra " caja de momentos especiales", nuestro cofre del tesoro particular, porque sí, realmente son tesoros que llenan nuestras vidas y nuestros recuerdos.
Y a muchos de nosotros nos pasa con las cajas de cartón. Ese olor tan peculiar, tan único, tan fascinante, que tiene una caja de cartón, nos traslada a nuestros años de niñez, a esos recuerdos únicos e irrepetibles en los que nos escondíamos dentro de una caja, en los que aquellas simples cajas de cartón se convertían en nuestros castillos, nuestras casetas improvisadas, barcos imaginarios, cabañas perdidas en medio del comedor de casa de nuestros padres… O nuestra primera mudanza al independizarnos de nuestra familia para iniciar nuestra vida en "solitario", las emociones sentidas por empezar un nuevo camino, por cambiar el rumbo, por hacernos adultos, por dejar la seguridad de la casa en la que crecimos, por dejar atrás la comodidad de vivir con los padres, por la incertidumbre de no saber cuál iba a ser nuestro destino…
Parece mentira que una simple caja de cartón pueda evocar un cúmulo de sensaciones tan enorme, una simple caja de cartón, algo tan simpe, tan cotidiano… tan especial, tan maravilloso.
Un gran surtido
Pero no sólo las cajas de cartón son únicas por los momentos que nos han hecho vivir, sino porque además nos ofrecen múltiples posibilidades y nos sacan de más de un apuro y cumplen con muchos más objetivos de los que, a primera vista, estaban pensados.
Como ya hemos dicho, juegos y mudanzas, pero además para almacenar, clasificar, transportar o hacer manualidades, por ejemplo. Y es que sus múltiples tamaños, grosores, calidades y acabados nos permiten escoger la opción que más se adapte a nuestras necesidades.
Los diferentes tipos de cartón que suelen utilizarse son, principalmente, tres. En primer lugar, el cartón ondulado. Está formado por dos capas de papel liso y, entre medio, una capa de papel ondulado. Tiene una gran calidad y resistencia y, además, tiene un precio muy económico. El segundo tipo de cartón es la piedra o compacto. Este tipo es muy resistente y muy duro, seguramente el que más de los tres. Este modelo es el menos utilizado en España puesto que resulta mucho más caro de fabricar. Y por último existe el cartoncillo o folding, que es un cartón muy fino, del tipo cartulina. Es delgado y compacto y suele usarse para alimentación o cosmética.
Existen las cajas de cartón ultra resistentes o las ligeras. Las plegables, las americanas, las de cartón ondulado o las de cartón económico. Con alturas regulables o en color blanco, tanto en el exterior como sólo en el interior. Las cajas auto montables, cuadradas, planas o alargadas, las específicas para palets o en medidas DIN… Un gran surtido donde poder escoger lo que más se adapte a nuestras necesidades.
